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La Ratafía : La Leyenda

La Ratafía según el diccionario es “un licor elaborado a partir de la maceración de distintos frutos, hierbas y especias en un alcohol de base, generalmente aguardiente. Según el método y costumbres de la zona geográfica donde se elabore, la composición varía considerablemente”.

En el norte de Catalunya (Girona, Pallars, Alt Urgell, Vallès, Segarra y Garrigues) la tradición de elaborar ratafía está muy arraigada, incluso se sigue haciendo artesanalmente con las recetas caseras que han pasado de padres a hijos. Hasta se realizan ferias y degustaciones para dar a conocer esta bebida, como es la Feria de la Ratafía de Santa Coloma de Farners en el mes de octubre o la Feria de la Ratafía de Besalú por el Puente de la Purísima.

Tanto es el arraigo de este licor en Catalunya que:

  • La primera receta se encuentra reflejada en un recetario de 1882 encontrado en la Comarca de la Selva en Girona.
  • Desde 1989 la Ratafía Catalana es una indicación geográfica protegida.

Esta bebida espirituosa en principio fue elaborada por los monjes de los monasterios para curar enfermedades digestivas y desinfectar heridas. Tal fue su popularidad que traspasó los muros de los monasterios y cada familia empezó a elaborarlo en sus casas convirtiéndose en lo que ahora se ha convertido, en un licor con marca comercial.

El origen de su nombre es muy confuso, pero Jacint Verdaguer refleja La Leyenda de la Ratafia en una de sus prosas:

“Si no sabéis de qué le viene el nombre a esta extraña y sabrosa bebida tan catalana y campesina, yo os lo diré. Pero antes de desenredar el nombre hablemos de la cosa. ¿Qué es la ratafía? Es un aguardiente macerado con un trozo de piel de limón, cuatro o cinco clavos, una nuez moscada, una peladura de nuez verde partida a trocitos y una pizca de canela de Holanda, a la cual algunos añaden un brote de menta y de hierba luisa, según los grados de aroma que se le quieran dar. Todo eso se pone unos cuantos días en sol y sombra. Así, pizca aquí y pizca allá, caro en eso, como en todas las cosas, cada tierra hace su guerra, así lo hacen los campesinos de Cataluña, único país en que es conocida la ratafía.
Ahora veamos de qué le viene este nombre, tan extraño como el licor mismo.
Dice que una vez, en una masía de nuestra tierra, se encontraron tres de sus obispos: el de Vic, el de Barcelona y el arzobispo de Tarragona, los cuales averiguaban y averiguaban algún asunto en pequeño concilio territorial.
Cuando, después de hablarlo bien, estuvieron entendidos y hubieron firmado la compuesta, pidieron al masovero alguna cosa para hacerse pasar la sed. Él, como gran requisito, les sacó una ancha botella de ratafía, que les sirvió en tres vasos de cristal, los cuales presentó en una sola copa.
La bebida era nueva para ellos, y les gustó, cómo suele gustar a todos los que la prueban.
-Qué bebida es esta tan buena? -le preguntaron. ¿Cómo se llama?
-Es una bebida que nosotros nos hacemos -respondió el masovero.
- ¿Y no tiene nombre? - replicó uno de los obispos.
- Yo no sé ninguno -respondió el campesino.
- Pues, ya que nadie le ha dado nombre aún, démosle nosotros - dijo el obispo. ¿Cuál le pondremos? Si encontráramos uno que fuera como el sello del tratado que acabamos de hacer, éste verdaderamente sería lo mejor.
Los tres señores obispos pensaron un poco, hasta que uno de ellos se echó una mano en la frente y dijo:
- ¡Rata fiat! (Queda firmado.)
Con la aprobación de los otros obispos, los cuales celebraron el chiste, este licor catalán, que es el más catalán de todos, quedó bautizado con un nombre latino, y con este nombre es conocido en todas partes".

De “Rata fiat” ha derivado en Ratafía.




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