Mirando al pasado
Los primeros en fabricar jabón fueron los sirios a base de aceite de oliva
y las cenizas de las hojas de laurel, ambos productos abundantes en las
cercanías del Monte Alepo (Monte de pinos). Siria
es su amplio territorio es prácticamente un desierto que propiciaba en la antigüedad la desecación
e infección de la piel.
Pronto las mujeres se dieron cuenta que las hojas de laurel curaban y
prevenían las infecciones, ya que contienen propiedades antisépticas y
regenerativas, y añadieron sus cenizas para elaborar su jabón casero que
aliviaron sus afecciones cutáneas.
El jabón ya era utilizado desde el año 2.800 a.C. De esta época data un
material jabonoso encontrado en unos cilindros de arcilla durante una
excavación arqueológica en la ciudad de Babilonia.
En estos cilindros había unas tallas que describían el proceso de hervir las
grasas con ceniza, método ancestral de fabricación de jabón. Allí se hablaba de
la utilización de esta mezcla, no para la higiene personal, sino para limpiar y
tratar la lana y la piel.
Después, en 1.550 a.C., un papiro egipcio, calificado como "auténtico
tratado médico", hace referencia a la utilización de sustancias jabonosas (grasas
vegetales o animales con ceniza de troma)
para el lavado de ropa y para el tratamiento de enfermedades de la piel. Los egipcios aunque se limpiaban
el cabello con aceites preferían perfumarse en lugar de asearse, eso no quiere
decir que fuera una civilización “sucia”, todo lo contrario, fue de la que más
aprovechó los recursos que la naturaleza les brindaba para tener un bienestar
basado en la higiene:
- Se deshacían de vello superfluo por motivos higiénicos y para prevenir que piojos y liendres anidasen en sus cabezas (los sacerdotes no podían entrar al templo si no estaban limpios y totalmente rasurados). Utilizaban cuchillas de sílex y más tarde de hierro. También se conoce una mezcla que utilizaban de crema depilatoria.
- Combatían el mal olor corporal colocando bolitas de resina de incienso y de terebinto en las axilas, o bien polvo de algarroba, que no huele a nada, pero tiene la cualidad de absorber otros olores, buenos o malos.
- Como enjuague bucal usaban natrón diluido en agua y para el mal aliento machacaban distintas plantas aromáticas.
Más tarde, los fenicios,
hacia el 600 a.C., utilizaban el jabón en los textiles de lana y algodón, y en
la preparación para hacer los paños, y fueron precisamente ellos los que trajeron
la técnica a Europa. El tratamiento de la grasa con el álcali se ha practicado
en el Oriente Medio por lo menos durante 5000 años; los antiguos israelitas
mezclaban las cenizas con el aceite y conseguían un producto para lavarse el
cabello.
Una leyenda romana cuenta que el jabón, procedente
de la palabra italiana “sapone” que a su vez viene del Monte Sapo, fue descubierto accidentalmente en Roma, por un grupo
de mujeres que lavaba la ropa a orillas del río Tíber a los pies de la colina
del Monte Sapo; en dicho monte se efectuaban sacrificios de animales y los
restos de la grasa animal mezclados con la ceniza y otros restos vegetales que,
al llover eran arrastrados monte abajo, acababan en el río, donde las lavanderas
observaron que la ropa quedaba más limpia al frotarla con la mezcla.
Los griegos y romanos de entonces frotaban sus cuerpos
con aceite de oliva y arena. Un raspador, llamado strigil, era utilizado para
quitar luego la arena y el aceite de oliva junto con la suciedad, la grasa, y
las células muertas de la piel. La producción de jabón era más bien para fines
comerciales.
Los Galos hacían sus pastillas de jabón
con el sebo de las cabras y las cenizas de las hayas (potasa). Este preparado
lo utilizaban como tinte y ungüento para el pelo.
Los Españoles junto con los
Italianos
cogieron la idea de los Galos y empezaron a fabricar la receta suya dando lugar
a añadir plantas y flores aromáticas, para camuflar el desagradable olor del
sebo de cabra, y originando una receta que aún se elabora pero con aciete de
oliva (aceite oliva, sosa caustica y hierbas aromáticas con propiedades
dermatológicas y aromáticas).
En España se empezó a
elaborar el jabón de castilla (s. XVI)
que sustituía la grasa animal por aceite de oliva. La realeza grabó un alto
impuesto en este artículo de higiene que se convirtió en un artículo de lujo
exclusivo de la nobleza.
Entre los s. XIII y s. XVI se empezó
a tomar como costumbre guardar los sobrantes de manteca y aceite de oliva de
cocinar para hacer con ellos una vez al año el jabón casero, que aun día de hoy
hay casas que guardan la tradición de los abuelos y bisabuelos de elaborar
en sus casas las recetas tradicionales,
pero con productos adaptados a estos tiempos modernos, pero que no dejan de
tener la misma eficacia que en la antigüedad.
Receta de jabón casero
Aun me acuerdo ver a mi abuela elaborar el jabón con que lavaba la ropa en
la pila (lavadero) y tengo que decir que a día de hoy mi madre aún hace y da más
resultado para la suciedad incrustada, a parte que es un modo de contribuir con
el planeta reciclando el aceite usado en
nuestros menesteres culinarios y evitar que estos contaminen.
El jabón que elaboraba mi abuela era de uso exclusivo para la ropa, ahora
se ha modernizado y con la receta base se elabora variantes para el uso de la
higiene personal e incluso para las afecciones de la piel como hacían en la
antigüedad todas las civilizaciones anteriormente mencionadas. Si queréis
elaborar para uso de higiene personal podéis consultar las recetas de UnComo.
Hay 2 maneras de elaborar el jabón casero: en frio o en caliente. Como en
casa da resultado la elaboración en frio, prefiero explicaros este método.
Los ingredientes son:
- 5 l. de aceite de oliva usado, colado y filtrado de cualquier impureza.
- 5 l. de agua.
- 1 kg. De sosa caustica (es corrosiva y toxica).
- Guantes, mascarilla, gafas, ropa vieja o delantal.
- Barreños (baldes) de plástico para dejar secar el jabón.
- Recipiente de ACERO INOXIDABLE (no utilizar recipientes de metal como hierro, zinc y aluminio porque la sosa caustica es abrasivo con ellos y desprende gases tóxicos)
- Palo de madera o plástico para remover.
- Un ambiente al aire libre donde se pueda elaborar la mezcla sin peligro de intoxicarse con los gases desprendidos por la reacción que produce la saponificación (proceso químico que da como resultado el jabón).
- Opcional: un cajetín de detergente en polvo de la marca LAGARTO (400 g.)
Como elaborarlo:
- Una vez tengamos todos los ingredientes y utensilios que necesitemos a mano y estemos en un ambiente al aire libre procederemos a verter el agua en el recipiente de acero inoxidable.
- Luego despacio, con las protecciones puestas (gafas, guantes, delantal), verteremos la sosa en el agua, procuraremos no tener la cara encima mientras lo realizamos, e iremos removiendo SIEMPRE EN EL MISMO SENTIDO hasta conseguir una masa homogénea blanquecina. No he mencionado que la elaboración del jabón es mejor si nos ayuda otra persona porque una se tiene que encargar exclusivamente de remover la mezcla sin parar.
- Seguidamente conseguida esta mezcla se le va añadiendo poco a poco el aceite de oliva y moviendo continuadamente en el MISMO SENTIDO QUE ANTERIORMENTE.
- Se añade el detergente LAGARTO (si ha elegido añadírselo) y se continúa moviendo hasta que vaya espesando.
- Normalmente se tarda, más o menos, una hora en espesar. Una vez espese se vierte en barreños para dejar reposar hasta el día siguiente.
- Al día siguiente que abra endurecido, pero aun es manejable, cortaremos el jabón en trozos a nuestro gusto y lo dejaremos que se oree, 2 días más, luego podremos guardar y utilizar en la limpieza de nuestra ropa.
- Normalmente espesa, si no es así,
que suele pasar hasta que no se le pilla el truco, deja tal cual la mezcla y al
día siguiente verifica si sigue aún sin espesar. Si no espesa se deberá cocer la mezcla hasta que espese. Si ha espesado cortar, dejar
orear y luego guardar.
Nos ha sucedido que a veces no
utilizamos siempre aceite de oliva para cocinar y usamos aceite de girasol y
por no contaminar lo mezclamos en la misma vasija con el de oliva. Pues resulta
que cuando el aceite no es 100% de oliva cuesta más espesar el jabón y se queda
a medias, así que un día aburridas lo dejamos para cocerlo a la mañana
siguiente y cual fue nuestra sorpresa que estaba solido aunque no había
espesado del todo el día anterior. Por eso os digo que si no se espesa que lo
dejéis al día siguiente a ver si lo ha hecho, así no tendréis que liaros a
cocerlo. Que la verdad que es ¡un engorro!
Os animo a que probéis a reciclar
el aceite que usáis y hacer jabón. Ya me comentareis que tal os ha ido.
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